domingo, 5 de octubre de 2014

EL ROMANCE ENTRE EL IGNACIO Y LA SAMANTHA

                        EL ROMANCE ENTRE EL IGNACIO Y LA SAMANTHA

Muy pocos querían a la Samantha, es mas, muy, muy pocos querían a la Samantha, es mas, nadie quería a la Samantha, es mas, todos odiaban a la Samantha.
Es muy fácil que nadie aprecie a una persona, pero de ahí a hacerse acreedora al odio de todos cuantos la conocen. Sin embargo, la Samantha era bien recibida por todo el mundo. ¿Por qué?, porque la Samantha tenía un corazón de oro. Su tío Samuel se lo había regalado. Como Samuel no tenía descendientes directos, hizo un molde con la forma de ese órgano y allí vertió los tres kilos setecientos veinticinco gramos del mas puro material áureo de veinticuatro kilates que persona alguna de Ojo de Tormenta haya podido reunir a lo largo de su toda su vida y regaló la joya monstruosa a la única persona que lo había ayudado a sobrellevar sus últimos días. La Samantha. 
Cierta tarde de primavera, la Samantha se cruzó con el Ignacio.
Con el padre del Ignacio nadie podía discutir. El viejo era el dueño de La Verdad. La Verdad no solo era el periódico mas vendido en Ojo de Tormenta. La Verdad era el único periódico de Ojo de Tormenta. Alfredo Guisasola, el padre del Ignacio, no había estudiado periodismo como el Ignacio, que fue a la universidad de Buenos Aires. Él tenía un don para encontrar las noticias. Don Filisberto Meijide, rápido para el asado y el vino y chusmo como vieja de barrio.
Meijide sabía todo cuanto pasaba, estaba pasando e, inclusive, hasta lo que iba a pasar en Ojo de Tormenta. Algunos sostenían que hasta, una vez, habían visto al coche del General, que había venido a pedirle consejos. 

Lo cierto es que, con el talento especial de Don Filisberto y el olfato para los negocios  de Alfredo Guisasola, La Verdad, se había transformado en un imperio. 
Pero volvamos a la tarde de primavera en que la Samantha y el Ignacio se cruzaron.
Como dije antes, a la Samantha no la quería nadie pero, ¿por qué?. Nadie es odiado por casualidad. Nadie, o casi nadie. Remigio López, por ejemplo, justo vino a caer al pueblo cuando la sequía. Pobre Remigio, todos se pensaban que él era el causante de tal desgracia, pero era el tiempo nomás. 
Pero eso no tiene nada que ver con la Samantha. La Samantha no era una chica mala. Buena tampoco, pero, ¿quién no tiene un mal día?. Tenía un pelo rubio!!!. Uno solo, porque ella era morocha, y dos faroles celestes enormes, uno a cada lado de la puerta de su casa. Los había comprado en la lumbrería del Eulogio. ¡¡¡Que lumbrería la del Eulogio!!!. Tenía de todo para iluminar, lamparitas, linternas, encendedores, velas, fósforos. Hasta bichitos de luz tenía en un frasco. Pobre Eulogio, se murió cuando vió la luz mala. La luz mala viene a ser como una especie de luz buena pero no. En realidad, la que había comprado los faroles celestes, no era la Samantha. La que había comprado los faroles celestes era la Bety, la hermana mayor de la Samantha. La Samantha tenía dos hermanas, una mayor y una menor. La mayor era mas grande que ella. La mas chica no. Todos decían que a los faroles celestes enormes no los había comprado ella, la Bety digo, que los habían heredado de la madre, que era alemana. Pero eso no tiene nada que ver con la tarde en que se cruzaron el Ignacio y la Samantha.

4 comentarios:

  1. ¡Te mato! :D :D
    ¡Por dios!, date prisa y escribe lo que sigue!

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  2. Jajaja. Genial!!! Con el alma en vilo nos dejas. Qué será de la Samantha y el Ignacio?... Esperamos acontecimientos, cuanto más pronto mejor.
    Saludos,

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  3. Pero que gusto leerte, incluso cuando después de devorar las palabras llego a un no final y cuando voy a comentar que acá me quedo veo que eres el autor de teesperojuana, asi quedé prendada.

    Besoso muy fuertes

    tRamos

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  4. Bueno, El romance entre..., era un juego que se dió un día para quedar trunco, pero, si ustedes lo quieren, va a haber mas romance, mas Samantha y mas Ignacio... espero. Un abrazo enorme a las tres. Gracias, gracias, gracias

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