domingo, 19 de abril de 2009

ADAGGIO

                                                 ADAGGIO

No se podía tomar como desgracia porque en realidad no lo era.
Lo que sí se podría decir era que no contaba con la normalidad que lo colocaba junto al resto de los seres humanos.
Los médicos no sabían a que atribuirlo, los nueve meses de la gestación se habían cumplido al pie de la letra.
Ante la imposibilidad de dar una causa aparente ella le endilgo al padre el no haberla llevado al concierto que habían dado un par de meses atrás en el teatro, pero solo se trataba de supercherías de viejas, o no.
Con o sin causabilidad él estaba allí, tratando de sobrellevar sus primeros minutos de vida en ese moisés que en nada se parecía al vientre de su madre.
Tenia los ojos hermosamente negros y redondos, unas chispitas rubias asomaban sobre su cuero cabelludo y sus pulmones exultaban unos grititos que denunciaban su buen estado de salud.
Eran esas protuberancias que habían nacido adheridas a sus manitas y a su hombro izquierdo lo que lo hacían diferente.si, nunca se había registrado un caso igual en la historia.
Lo que lo hacia más raro era que el violín incrustado en el hombro y mano izquierdos y el arco en la mano derecha eran de madera y cerdas.
No-solo los médicos estaban asombrados, los luthiers no tardaron en enterarse del suceso y de todos lados del mundo comenzaron a acudir y, ante su asombro, denunciaban la calidad del instrumento.
Los inconvenientes no tardaron en asomar. Para mamar de los pechos de su madre era necesario colocar una goma lo suficientemente larga como para permitir que el pecho no chocara contra el instrumento que, a pesar de ser de un tamaño acorde al de su edad, no dejaba de ser bastante molesto.
Los primeros pasos también fueron bastante dificultosos debido a que el peso del violín, que iba creciendo junto con él, hacia que el equilibrio natural se rompiera. De todas maneras la operación necesaria para separar el instrumento de su cuerpo era imposible puesto que, si bien se podían aislar los huesos de la madera sin que hubiera probabilidad de que las extremidades se vieran afectadas parte de su corazón estaba dentro de la caja de resonancias.
Obedeciendo, entonces, al destino impuesto, comenzó a asistir a las clases de un viejo maestro que había tocado en la sinfónica del barrio.
No obstante eso debía cumplir con el resto de las obligaciones que le imponía la sociedad.
En el colegio no tuvo inconveniente con las materias básicas, poco a poco el y sus padres fueron trabajando en un sistema para hacer más fácil el aprendizaje. Si bien no-tenia dificultad alguna en expresarse puesto que sus cuerdas vocales no habían sido afectadas en lo mas mínimo el mayor inconveniente era la simbolización. Las letras, entonces, fueron reemplazadas por notas y los números por figuras. la a era entonces el do, la b el re y así sucesivamente en cuanto a los números el uno una negra el cuatro una semicorchea, etc. etc.

El resultado de esto era que sus cartas no eran tal sino grabaciones en cassettes y sus mensajes, si bien no poseían una gran claridad de conceptos, podían llegar a transformarse en verdaderas sinfonías.
No obstante eso y su buen carácter no pudo evitar ser la victima de las burlas de sus compañeros de clase.
Egresado de la secundaria con notas bastante aceptables comenzó la búsqueda del sustento.
Lo que podía ganar tocando en los bares nocturnos sumado a lo que ingresaba por ser integrante de la sinfónica no era mucho que digamos pero lo podía sobrellevar bastante bien. Hasta que conoció a Mónica.
Si bien no-tenia prejuicios en lo que a su anomalía respectaba el dinero aportado a su hogar no era suficiente como para mantener una familia. Las asperezas fueron surgiendo.
Buscando empleo en las paginas del diario estaba un día cuando se entero de la novedad. Un cardiólogo alemán especializado en separar gemelos había llegado al país.
La operación fue todo un éxito. Los gastos fueron solventados por la venta del instrumento en un precio bastante aceptable.
Al poco tiempo consiguió empleo en una oficina de una importante firma.
Lentamente se fue olvidando de la música por el tiempo que le insumisa el trabajo y transformándose en una persona normal. Salvo por la maquina calculadora que le creció en su mano derecha y el televisor delante de los ojos.